Powered By Blogger
Periodismo Poco Serio de Puebla

Buscar este blog

viernes, 21 de mayo de 2010

La Suerte...


“Si (el juego) es honesto, (entonces) es aleatorio.”



¿Águila o sol? (II)


Carlos A Limón



Cruz…
Profesora de tiempo completo de la Facultad de Ciencias Físico-Matemáticas de la uap, Hortensia Reyes Fernández es totalmente realista respecto a las supuestas “bondades” de los juegos de azar.
Está entrenada para descartar elementos ajenos a los de las teorías de juegos, estadísticas y probabilidad, como los números de la suerte, la intuición, las ayudas misteriosas y otros fenómenos más allá de la ciencia, de la lógica. Y al respecto, es contundente.
—¿Qué opina un matemático de los juegos de azar, de los juegos de lotería? ¿Son fiables o son puro negocio?
—Son puro negocio, porque las probabilidades de que ganen son chiquitas, muy chiquititas. Matemáticamente las posibilidades son muy pocas, porque es un juego de azar.
”En la lotería la gente invierte su dinero, pero la oportunidad de que gane es más que nada psicológica, es decir, sentir que puede ganar. Pero lo que nosotros sabemos es que sólo gana una persona —y sí, gana mucho— pero cuántos son los que jugaron; esos perdieron, pero nadie lo nota.”
Por eso reveló que una de las claves para entender el funcionamiento del negocio de la lotería son las cantidades de la emisión. “Como se tienen muchas numeraciones —son grandes, del tamaño de los boletos que se emiten— es poco posible que se tenga éxito, y esa es la ganancia de ellos. Eso sí, depende de las cantidades de boletos, pero aún así sigue siendo azar.”
—O sea, ¿no sirven las estadísticas, ni los cálculos, ni nada?
—No, no, eso no sirve. Todo es aleatorio; incluso cuando es negocio también se alteran los instrumentos. O cuando se encuentra una secuencia ganadora (en los casinos), hay gente que vigila esas circunstancias, para evitar que la pérdida no sea grande, porque no les conviene.
Cuestionada sobre los famosos “métodos, rutinas o seguimientos” de jugadores “experimentados”, Reyes Fernández continúa inamovible, no da cuartel. “A pesar de que sea un jugador que se la pase comprando, comparando qué combinación fue la ganadora, quién fue el ganador. Aunque encuentre una secuencia, una combinación ganadora, sabemos que en el siguiente juego vuelve a cambiar, es normal.
Incluso en los llamados sorteos de instituciones de asistencia social, o de universidades aplica los inflexibles conceptos, aunque la emisión de boletos sea limitada. “Sí, sí, claro. Son pocos, realmente pocos los que reciben premios, en comparación de los que compran boleto. Porque finalmente es un juego, es un negocio, y debe tener una ganancia. Todo es en función de eso. ‘Debo obtener más de los que voy a entregar’, es el lema”.
Al preguntarle sobre las supuestas secuencias ganadoras, leyendas urbanas del arte de la apuesta, que cerebros aparentemente “entrenados” —o con dones matemáticos naturales que pululan en películas o series de televisión— tienen, la entrevistada esboza sólo una sonrisa demoledora.
“La verdad, cuando sucede, yo creo que le salió de ‘chiripa’, por que si uno quiere hacerlo en serio, debe tener unos modelos (matemáticos) bastante complicados, y aún así es difícil. Si no, gente que tiene bastantes conocimientos y trabaja en las bolsas de valores ya se hubiera hecho millonaria desde cuando, ¿no? Incluso la gente que trabaja en la estadística de estos asuntos, ya se hubiera hecho rica, más rica que el más rico de los mexicanos.
”Por que siempre hay ahí una parte de azar que no podemos controlar, y es la que siempre está influyendo (sobre el juego).”
—¿Incluso ustedes como matemáticos, cómo personas entrenadas?
—Sí, ha habido profesores que han jugado a la lotería, a los juegos de azar. Pero al final de cuentas también vieron que es sólo negocio— concluye al señalar que siempre hay otras opciones para tener dinero, como trabajar, ahorrar e invertir con constancia, inteligencia, información y, tal vez —sólo tal vez— un poco de suerte.


©® Texto. Carlos A Limón. 2010
© Foto. Mireya Novo. 2010

domingo, 2 de mayo de 2010

La Suerte...


“A mí me gustan mucho los números 7, 9 y 13.”


“Todavía en la actualidad —con su Parkinson y Alzheimer— cuando se acuerda me pregunta si compré algún billete y si obtuve algún premio.”



¿Águila o sol? (I)

Carlos A Limón

¿Existe o no la suerte?, es la pregunta del millón de pesos.
Hay quienes creen en su existencia a pie juntillas; que ponen las manos al fuego por ese elemento incierto que nos hace humanos en toda la extensión de la palabra pero que puede controlarse con diversas técnica o estrategias. Y tan así que se juegan, prácticamente en una jugada, todo: fortuna, bienes, trabajo, salud, incluso la vida misma.
Otros, por el contrario, son escépticos racionales, convencidos de que si existe el azar está más allá de las posibilidades del control humano, científico o mágico.
Por eso nos aventamos el “volado” para mostrar las dos caras de la moneda del espinoso tema.
Suerte de dos mujeres, una convencida del poder de la suerte —a las pruebas se remite—, y otra con la aplastante contundencia de las matemáticas a su favor, escéptica convencida de que “pegarle al Gordo” es como golpear el viento. Las dos son profesionistas, pero ambas tienen visiones distintas.


Cara…
“Creo que en buena parte es porque a mi papá también le gustaba jugar, o apostar a un número determinado”, así explica Inés el origen de lo que siempre ha sido una pasión: jugar y apostar a la suerte, encarnada en algún boleto de lotería o de los tantos sorteos que semana a semana llenan las tablas de resultados de los expendios. “Recuerdo aquellas caminatas desde la colonia Santa María hasta la 4 Poniente para buscar su billete en Navidad”.
“Todavía en la actualidad —con su Parkinson y Alzheimer— cuando se acuerda, me pregunta si compré algún billete y si obtuve algún premio.”
Pero no sólo es una de las miles de entusiastas que mes con mes, quincena a quincena, semana tras semana, deposita su dinero “a fondo perdido” esperando que una afortunada combinación de números le retribuya con creces lo ganado. “Recuerdo que hace diez años fui con mi sobrino Juan Pablo a buscar un billete a las 7:00 PM, y lo encontramos en una casa que ya no es expendio de lotería. Ese billete nos aportó dinero para comprar zapatos para mi sobrino, ropa y regalos para mis familiares.”
“Posteriormente, obtuve varios premios de 2 mil o 3 mil pesos, que también fueron de gran utilidad.”

El dinero habla...
Sin embargo, independientemente de la “herencia familiar”, esta suertenauta desafía el azar y la probabilidad con algo más que entusiasmo y muchas ganas.
“Recuerdo una ocasión en la que estaba terminando mi maestría y no tenía dinero para imprimir la tesis; fui y le supliqué al Señor Justo Juez del templo de San Roque que me ayudara, y la verdad me envió casi la cantidad total para la impresión, encuadernación y presentación de mi trabajo.”
Pues sí, a pesar de su grado de maestría, Inés confiesa que “algo” más allá de la lógica y las matemáticas, de la estadística y la probabilidad, hace que escoja las combinaciones de números que no la dejan irse “en ceros” con tanta frecuencia.

Method woman
“A mí me gustan mucho los números 7, 9 y 13. Sin embargo, en una ocasión tomé una terminación 2 y mi hermana me dijo ‘ese número ya salió la semana pasada’. Revisé la lista de premios y era cierto, el número 2 ya había salido, lo que no sabía es que en esa semana también cayó en terminación 2”, comenta Inés sobre los números de su preferencia, aunque siempre hay espacio para la intuición y ese plus que nunca la defrauda. “Primero que nada tiene que gustarme la combinación de los números, después me fijo en la terminación y en muchas ocasiones —cuando estoy pidiendo que me ayuden ‘mis ángeles’— he llegado a ver plumas deslizándose sobre el billete o como un ala que me indica qué billete… bueno, ¡entiendo que eso nada más lo veo yo!”

Toma mi mano
Aunque no vive en jauja, Inés reconoce que el dinero no falta porque también está un complemento que aplica cada vez que juega: ayudar a la gente con parte de lo obtenido.
“Hace como tres años compré 20 billetes del mismo número y no quise saber nada (de ellos), hasta que compré el diario y el número ganador del premio mayor era similar en cuatro números al mío, sólo en dos no. De todos modos me tocó un pequeño premio, que agradecí cooperando para la restauración de una capilla.”
Y ante la pregunta de ¿por qué ayudar a otros?, responde con la convicción de tener la suerte de su lado, “porque pienso que si tuvieron la gentileza de ayudarme (los ángeles), yo también puedo y debo ayudar a quienes pueda… en este momento voy a concursar en mi trabajo por un premio y ya le dije a mi familia que si gano ese premio le enviaré a Haití una tercera parte del mismo”.

Si le pegara al gordo
Finalmente, ante la pregunta expresa de qué haría si le “pegara a El Gordo” (premio mayor de la Lotería Nacional), no lo duda para responder, “ayudar a mi familia, a mi comunidad y, por qué no, también a otras personas que lo necesiten”, concluye quien —quizá no lo sepa, aunque tal vez sí— tiene una atribución mejor que la suerte en los juegos de lotería y azar: su inquebrantable ánimo para trabajar.


La suerte en frases

¿Por qué Haití y no la Sierra Mixteca?
“Yo digo Haití porque en este momento es el lugar con más necesidades, aunque no dejo de ver que en mi propio estado también las hay.”

Sí funciona…
“(…) Cuando pides con fe es porque en realidad lo necesitas para algo que te va a apoyar a tener un mejor trabajo, o para que puedas pagar tus medicamentos, sí hay una respuesta positiva a tu petición.”
©® Texto. Carlos A Limón. 2010
© Foto. Mireya Novo. 2010